HIGHGATE
30 DE AGOSTO DE 1888
Coloqué el pulgar y el índice sobre la piel gélida a la altura del esternón, y la estiré con firmeza como Tío me había enseñado.
Era importante que la incisión preliminar fuera correcta.
Me tomé mi tiempo para evaluar la posición del metal sobre la piel y me aseguré de lograr el ángulo adecuado para hacer un corte limpio. Sentí cómo mi tío merodeaba detrás de mí, analizando cada uno de mis movimientos, pero mantuve la mirada completamente quieta en la hoja afilada que sostenía mi mano.
Sin dudar, arrastré el bisturí desde un hombro hasta el esternón, esforzándome por presionar lo más profundo que pude. Elevé las cejas durante una fracción de segundo, antes de hacer que mi rostro fuera una máscara impenetrable. La piel humana se despellejaba con mucha más facilidad de lo que yo había creído. Pensé que no difería mucho de cortar un lomo de cerdo antes de asarlo, y la idea debió haber sido más perturbadora de lo que fue en realidad.
Un repugnante olor dulzón se desprendió de la incisión que había hecho. Este cadáver no era tan reciente como los otros. Tenía la leve sospecha de que no todos nuestros sujetos provenían de medios legales o voluntarios y me estaba arrepintiendo de haber rechazado la oferta de mi tío de proporcionarme una mascarilla.
Unas volutas neblinosas de aliento escaparon de mis labios, pero me negué a rendirme a los escalofríos. Retrocedí, mis zapatos hicieron crujir levemente el aserrín, y examiné mi trabajo.
La sangre apenas brotó del corte. Estaba demasiado espesa y muerta como para fluir de un color rojo intenso, y era demasiado extraña como para ser verdaderamente aterradora. Si el hombre hubiera llevado muerto menos de treinta y seis horas, la sangre se habría derramado sobre la mesa y después habría caído al suelo e impregnado el aserrín. Limpié con mi delantal el bisturí, que dejó una mancha a su paso.
La verdad, había sido una buena incisión.
Sin dudar, arrastré el bisturí desde un hombro hasta el esternón, esforzándome por presionar lo más profundo que pude. Elevé las cejas durante una fracción de segundo, antes de hacer que mi rostro fuera una máscara impenetrable. La piel humana se despellejaba con mucha más facilidad de lo que yo había creído. Pensé que no difería mucho de cortar un lomo de cerdo antes de asarlo, y la idea debió haber sido más perturbadora de lo que fue en realidad.
Un repugnante olor dulzón se desprendió de la incisión que había hecho. Este cadáver no era tan reciente como los otros. Tenía la leve sospecha de que no todos nuestros sujetos provenían de medios legales o voluntarios y me estaba arrepintiendo de haber rechazado la oferta de mi tío de proporcionarme una mascarilla.
Unas volutas neblinosas de aliento escaparon de mis labios, pero me negué a rendirme a los escalofríos. Retrocedí, mis zapatos hicieron crujir levemente el aserrín, y examiné mi trabajo.
La sangre apenas brotó del corte. Estaba demasiado espesa y muerta como para fluir de un color rojo intenso, y era demasiado extraña como para ser verdaderamente aterradora. Si el hombre hubiera llevado muerto menos de treinta y seis horas, la sangre se habría derramado sobre la mesa y después habría caído al suelo e impregnado el aserrín. Limpié con mi delantal el bisturí, que dejó una mancha a su paso.
La verdad, había sido una buena incisión.
Hola, soñadores!
Este mes llegó gracias a Puck el cuarto y último libro de esta saga llena de asesinatos, investigaciones y una protagonista que adora la medicina forense. Y me ha parecido un momento perfecto para recordar cómo comenzó todo. Yo solo he leído el primero, pero tengo que seguir porque me encantó enterito.
Os dejo por aquí el resto del avance del libro: primeros capítulos.
¿Habéis leído algún libro de esta serie?
El tema de los asesinatos no es que me llame especialmente la atención pero sí que creo que disfrutaría de estos libros porque plantean algo diferente o esa es mi sensación
ResponderEliminarTengo este libro en mi lista de pendientes desde hace ya un tiempo y aún no lo he leído. Creo que ya va siendo hora de ponerme con él.
ResponderEliminar¡Nos leemos!