Dos mujeres dan vueltas en torno al bloque de madera. Golpetean los dedos contra los brazos cruzados, y sus pisadas resuenan en el frío y duro piso de madera.
-Se le ven las costillas -dice Genevieve, y las golpea apenas, como si pudiera asustar a los huesos bajo la piel-. Y todavía es tan pequeña. Las reinas pequeñas no inspiran mucha confianza. El resto del Concilio no deja de murmurar sobre ello.
Estudia a la reina con desagrado, los ojos demorándose en cada imperfección: las mejillas hundidas, la piel pálida. Las costras que obtuvo por haberle frotado roble venenoso que todavía le estropean la mano derecha. Pero ni una cicatriz. Siempre son cuidadosas con ese tema.
-Baja los brazos -ordena Genevieve, y le da la espalda.
Antes de hacerlo, la reina Katharine mira a Natalia, la mayor y más alta de las hermanas Arron. Natalia asiente, y la sangre regresa a la punta de los dedos de Katharine.
-Esta noche tendrá que usar guantes -dice Geneviene. Su tono de voz es indudablemente crítico. Pero es Natalia la que determina el entrenamiento de la reina, y si Natalia quiere frotar las manos de Katharine con roble venenoso una semana antes del cumpleaños, así se hará.
Siempre me han llamado la atención estos libros y con este fragmento más ganas aún de leerlos =)
ResponderEliminar