Autor: Sonia Lerones Losilla
Editorial: Munyx
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 402
Tras tres años en Seúl, Jun decide volver a su ciudad natal. El reencuentro con sus antiguos amigos del instituto no será como había imaginado. Han pasado página, el grupo se ha roto. Sin embargo, sabe que debe mover ficha. Los sueños que ha estado teniendo le avisaban de que algo no iba bien.
Durante su corta estancia, Jun intentará que sus amigos sepan que para él siguen siendo importantes. Pero el resentimiento ante aquel incidente que hizo que Jun acabara por marcharse será un muro con el que chocará una y otra vez. Él nunca reconoció que aquello le afectó más de lo que nadie pudiera imaginar.
Cuando no se es el imprescindible, el mundo parece perder su sentido. Las alas dejan de intentar moverse. Los pies salen del foco.
El chico del anuncio,
el chico del hospital,
el chico que vive en la calle
y el chico que se fue.
Los cuatro compartirán el dolor de no haber podido evitar un salto que cambiará el rumbo de sus vidas.
Jun y sus amigos eran inseparables durante el instituto, hasta que dejaron de serlo. Tres años después, Jun vuelve a su pueblo natal desde Seúl. Lleva un tiempo soñando con sus amigos y un presentimiento extraño se ha asentado en la boca de su estómago. Las cosas no acabaron muy bien entre ellos y Jun necesita hablar con ellos para poder seguir adelante.
¡Menuda montaña rusa de emociones es esta novela! Esperaba algo así desde el principio, pero aún no había leído a Sonia en una tesitura tan intimista y admito que ha sido una lectura muy dura. He echado en falta un pequeño aviso de contenido, si tengo que ser sincera, aunque sí dice alguna cosita en la biografía de la autora.
Yendo ya al tema, esta novela cuenta con cuatro protagonistas, que son el grupo de amigos, aunque serán tres de ellos los que realmente soporten todo el peso de la historia. Jun es un chico que está un poco como anestesiado. Después de un episodio controvertido, comenzó a ahogarse y acabó marchándose a Seúl a trabajar. Tres años después es un chico bastante solitario, callado e incluso taciturno. Yo lo veía como muy triste. Y también daba la sensación todo el tiempo de que todo él estaba encerrado en una caja que ni él mismo abría nunca. Durante la novela, Jun tendrá que aprender a mirar en su interior y ser valiente para afrontar lo que hay ahí dentro.
Momji estuvo escondiendo cosas durante muchos años. Tantos que ninguno de sus amigos se entera de su verdadera realidad hasta que Jun regresa al pueblo todo ese tiempo después. Me ha parecido un chico excepcional, de una fuerza y valentía inigualables, aunque también peca de orgullo. Sin embargo, eso es prácticamente lo único que tiene y por eso se aferra a él con tanta fuerza.
Seju procedía de una familia con recursos y se notaba mucho en su forma de ser. No es que fuese muy de sobrado en actitud, pero un poco sí. Es extrovertido y sociable, con un orgullo también para enmarcar. La relación con sus padres siempre fue más bien escasa, lo que también repercutió mucho en él.
Y, por último, tenemos a Luha. No sé muy bien cómo hablaros de este personaje. Junto a Jun, es el que más me ha llegado y también el que tiene más problemas internos en el presente. Es bailarín en una compañía y lo adora. Es una persona muy exigente, que se esfuerza todo lo que puede y un poco más. Su futuro pasa por ser perfecto y ser el mejor, tanto en el talento como en su forma física.
No puedo decir que me hayan caído bien todos, pero tampoco soy capaz de decir que me han caído mal. Creo que son personajes muy complejos, con mucho recorrido, mucha evolución y que demuestran que todos estamos llenos de luces y sombras, que no somos más que mil tonalidades de grises y tenemos la capacidad de crecer y de aprender a todos los niveles posibles. Jun es el bollito triste que vive en su vacío. Los otros tres están llenos de orgullo y de furia. Los he sentido muy enfadados y saltaban a la mínima. Pero es que es tan real que no puedo hacer otra cosa que aplaudirlo.
También considero necesario hablar de ellos como grupo. Esta novela tiene un fuerte componente que se dedica a hablarnos de la amistad, de cómo es buena para nosotros, pero también de cómo puede hacer daño. Es una novela muy intimista que anima a los personajes a afrontar el pasado y a quitarse la venda de los ojos para ver las cosas como son. Ha sido muy bonito ver cómo trabajaban esa amistad y cómo iban interactuando entre ellos, cómo esas relaciones evolucionaban.
Como os he comentado, es una novela muy intimista y de personajes. Mediante una sensibilidad brutal y un gusto exquisito, se mete en las cabezas de personas que no están bien, que tienen muchos problemas y nos va contando cómo van aprendiendo y evolucionando. No es nada fácil, no es nada sencillo. Se habla de depresión, se habla de suicidio, se habla de trastornos alimenticios. Y es que lo hace tan bien que por eso es una lectura dura. Pero también me parece necesaria. Cada vez hay más visibilidad hacia las enfermedades mentales, pero todavía hace falta mucha más. No me arrepiento de haber leído esta novela para nada.
También me gustaría comentar que el libro viene con secundarios que son muy importantes e interesantes para el desarrollo de los personajes y de la trama. Así como también nombrar que me ha gustado mucho ver reflejado en todo momento ese sentimiento de excelencia y esfuerzo que tiene la sociedad coreana y que a mí me parece muy dañina. Creo que la novela está muy bien documentada también en el tema de la ambientación.
Mis únicas pegas son que tiene una sub trama un poco policial que me ha gustado, pero que quizás se me antojaba demasiado peliculera y extraña dentro de este contexto, aunque la haya disfrutado igual. Y dentro tiene un diseño precioso, pero a veces no entendía muy bien la necesidad de una doble página a todo color por un capítulo. Cositas pequeñas y con poca importancia, como podéis ver.
Por último, la novela está narrada en primera persona desde el punto de vista de tres de los cuatro amigos. Seju se queda sin nada, aunque es un libro abierto y no lo necesita. Este es otro de los puntos fuertes de la novela. Las voces me han parecido muy bien conseguidas, llegaban al alma, tenían mucha vida. La forma que tiene Sonia de contar las cosas es bellísima. La narración tiene capítulos cortos y otros que no lo son para nada. Va jugando con el tiempo alternando el presente con flashbacks muy esclarecedores. Las descripciones son envolventes. Y los diálogos me han encantado, aunque lo mejor son las introspecciones de cada narrador.
Euforia nos cuenta cómo cuatro amigos se separaron y tres años después vuelven a encontrarse, teniendo que echar un vistazo al pasado y afrontar aquello que les separó. Con protagonistas muy bien construidos y evoluciones titánicas, nos hablará de forma intimista y con mucha sensibilidad de la amistad, la familia, la depresión, los trastornos mentales y otros problemas que a veces no queremos ver, pero que no por ello dejan de existir. Y todo con una narración hermosa que hace que sea una lectura difícil, pero muy veraz y necesaria.
¡Hola!
ResponderEliminarHe leído grandes reseñas de este libro, así que tengo muchas ganas de darle una oportunidad, lo que espero que pase este verano.
Un abrazo